Por Jesús Rivera
Reynosa, Tamaulipas. Con apenas unas sencillas herramientas (sierra, torno y machete), Virgilio López López elabora diversos utensilios y artesanías en plena calle San Luis, de la colonia Rodríguez, a la vista de todo el mundo.
“El Hombre Mezquite”, o como prefiere que se le llame, “El Diamante”, tiene una parcela que produce sorgo, además de que las regalías por las canciones que ha compuesto a lo largo de los años, le hacen tener cierta estabilidad económica.
El trabajo con troncos de mezquite, es un hobby para él, ¡y vaya que lo disfruta!
Lo encontramos fuera de su domicilio, trabajando sobre la restauración de un pequeño nicho de 30 centímetros de alto elaborado a base de madera y corteza de mezquite, con la figura de la Virgen de Guadalupe en su interior.
El paso del tiempo y la lluvia acabó por eliminar parte de la corteza, pero con mucha paciencia y algo de pasta para madera, logra darle nueva vida, a petición de la cliente que la mandó hacer, hace más de dos años.
Como en una galería, se ven varios rodeles bien pulidos que la gente utiliza como tabla para picar verdura, pero también hace molcajetes sencillos y dobles, con su “mano” del mismo material, así como bandejas para presentar los alimentos.
¿Cómo nació su afición? Hace cerca de 4 años, un amigo hizo un molcajete de madera sin patas ni “mano”. A él se le ocurrió la idea de hacer algo parecido y con la experiencia acumulada, hoy puede incluso hacer piezas sobre pedido.
Aunque la región de Reynosa es una zona donde el mezquite se da naturalmente, la materia prima empezó a escasear.
En cierta ocasión pasó por la calle San Luis el conocido ganadero y agricultor Eulalio Guerra Guerra, quien le dijo que podía ir cuando quisiera a su rancho para traerse todos los troncos de mezquite que necesitara.
Quienes pasan por esa calle y ven lo que hace, se paran a preguntar y en ocasiones, se llevan alguna tabla, molcajete o nicho, cuyos precios oscilan entre los 350 y los 1,200 pesos por pieza, de acuerdo con su tipo y grado de dificultad.
No se considera un artesano, sin embargo, menciona que algunas empresas compran sus productos para venderlas más adelante, con cierto margen de ganancia.
Virgilio López, hombre de campo, se explaya cuando uno se detiene a ver su trabajo, con ese lenguaje popular muy del norte.
Sobre su oreja derecha asoma un ramito de albahaca y le pregunto para qué sirve.
-“¡Ahhh! Es que traía un zumbido en el oído.
-¿Y le ayuda en algo?
-Sí. Ya escucho menos ruido.